Publicado originalmente en ingés el 04.03.10
Durante la expedici&oaucte;n que se encaró en 1922 para cazar un supuesto plesiosaurio que había sido avistado cerca del lago Epuyén, el Sr. Clement Onelli (Director del Zoo de Buenos Aires) quién estaba organizando la expedición, hizo referencia a muchos avistajes de misteriosas criaturas patagónicas.
Entre estas, contó acerca de una que sucedió en el año 1901, cuando el Sr.Ludovic von Plaaten Hallermund, un experto dinamarqués que trabajaba para la Comisión de Límites Argentino (se estaba deslindando la frontera entre Chile y Argentina), informó acerca de una mula que se había desbarrancado en un risco a la vera del río Deseado. Cuando al día siguiente sus hombres bajaron para rescatar la carga, encontraron al animal en la orilla del agua, semi devorado y, cerca del cuerpo, extrañas huellas “como las de un puma, pero no eran de un puma”.[1]
Los primeros avistajes, hombres con cara de perro y cocodrilos.
Gigantes Cinocéfalos (con cabeza de perro) fueron vistos en la Patagonia en 1592, por John Davis, integrante de la flotilla de Cavendish. Este combatió en Puerto Desado con “una gran multitud de salvajes [...] saltando y corriendo como bestias brutas, llevando máscaras como caras de perro sobre sus rostros o quizás sus caras eran sin duda de perro.”.[3]
Pocos años después, en la boca del Deseado, la expedición de Jacob Le Maire y Willem Schouten (1615) encontraron “tres o cuatro monstruos marinos con pelo color ceniza, con largos hocicos como los de los cocodrilos”.[2]
El río.
El río Deseado tiene un largo de 615 km y fluye desde el pie de la Cordillera cerca del lago Buenos Aires hasta el océano Atlántico en la localidad de Puerto Deseado.
Hoy en día su caudal es intermitente y desaparece bajo la superficie por tramos para reaparecer más adelnate alimentado por manantiales temporarios. Sin embargo durante la última Edad de Hielo, drenó con un caudal considerable una enorme cuenca que abarcaba lo que hoy son los lagos Buenos Aires, Ghio, Salitroso y Pueyrredón.
Bibliografía
[1] Hesketh, P. Op. Cit. pp. 335-338
[2] Murray, C., Vainstub, D., Manders, M. and Bastida, R., (2008). Tras la Estela del Hoorn – Arqueología de un naufragio holandés en la Patagonia. Buenos Aires: Vázquez Mazzini. pp. 59.
[3] Davys, J., (1970). The voyages and works of John Davis, the navigator. New York: B. Franklin. pp. 121.
Monstruos de la Patagonia - Criptozoologia, Mitos & leyendas de la Patagonia 2010 Año Internacional de la Diversidad Biológica Copyright 2009-2010 by Austin Whittall ©
Durante la expedici&oaucte;n que se encaró en 1922 para cazar un supuesto plesiosaurio que había sido avistado cerca del lago Epuyén, el Sr. Clement Onelli (Director del Zoo de Buenos Aires) quién estaba organizando la expedición, hizo referencia a muchos avistajes de misteriosas criaturas patagónicas.
Entre estas, contó acerca de una que sucedió en el año 1901, cuando el Sr.Ludovic von Plaaten Hallermund, un experto dinamarqués que trabajaba para la Comisión de Límites Argentino (se estaba deslindando la frontera entre Chile y Argentina), informó acerca de una mula que se había desbarrancado en un risco a la vera del río Deseado. Cuando al día siguiente sus hombres bajaron para rescatar la carga, encontraron al animal en la orilla del agua, semi devorado y, cerca del cuerpo, extrañas huellas “como las de un puma, pero no eran de un puma”.[1]
Los primeros avistajes, hombres con cara de perro y cocodrilos.
Gigantes Cinocéfalos (con cabeza de perro) fueron vistos en la Patagonia en 1592, por John Davis, integrante de la flotilla de Cavendish. Este combatió en Puerto Desado con “una gran multitud de salvajes [...] saltando y corriendo como bestias brutas, llevando máscaras como caras de perro sobre sus rostros o quizás sus caras eran sin duda de perro.”.[3]
Pocos años después, en la boca del Deseado, la expedición de Jacob Le Maire y Willem Schouten (1615) encontraron “tres o cuatro monstruos marinos con pelo color ceniza, con largos hocicos como los de los cocodrilos”.[2]
El río.
El río Deseado tiene un largo de 615 km y fluye desde el pie de la Cordillera cerca del lago Buenos Aires hasta el océano Atlántico en la localidad de Puerto Deseado.
Hoy en día su caudal es intermitente y desaparece bajo la superficie por tramos para reaparecer más adelnate alimentado por manantiales temporarios. Sin embargo durante la última Edad de Hielo, drenó con un caudal considerable una enorme cuenca que abarcaba lo que hoy son los lagos Buenos Aires, Ghio, Salitroso y Pueyrredón.
Bibliografía
[1] Hesketh, P. Op. Cit. pp. 335-338
[2] Murray, C., Vainstub, D., Manders, M. and Bastida, R., (2008). Tras la Estela del Hoorn – Arqueología de un naufragio holandés en la Patagonia. Buenos Aires: Vázquez Mazzini. pp. 59.
[3] Davys, J., (1970). The voyages and works of John Davis, the navigator. New York: B. Franklin. pp. 121.
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